Las redes sociales deben ser verdaderamente inclusivas


Sigo comentando el mensaje del Santo Padre para la 47º Jornada de las Comunicaciones Sociales:

Las redes sociales deben afrontar el desafío de ser verdaderamente inclusivas: de este modo, se beneficiarán de la plena participación de los creyentes que desean compartir el Mensaje de Jesús y los valores de la dignidad humana que promueven sus enseñanzas. En efecto, los creyentes advierten, de modo cada vez más claro, que si la Buena Noticia no se da a conocer también en el ambiente digital podría quedar fuera del ámbito de la experiencia de muchas personas para las que este espacio existencial es importante. El ambiente digital no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana de muchos, especialmente de los más jóvenes. Las redes sociales son el fruto de la interacción humana pero, a su vez, dan nueva forma a las dinámicas de la comunicación que crea relaciones; por tanto, una comprensión atenta de este ambiente es el prerrequisito para una presencia significativa dentro del mismo.

La capacidad de utilizar los nuevos lenguajes es necesaria no tanto para estar al paso con los tiempos, sino precisamente para permitir que la infinita riqueza del Evangelio encuentre formas de expresión que puedan alcanzar las mentes y los corazones de todos. En el ambiente digital, la palabra escrita se encuentra con frecuencia acompañada de imágenes y sonidos. Una comunicación eficaz, como las parábolas de Jesús, ha de estimular la imaginación y la sensibilidad afectiva de aquéllos a quienes queremos invitar a un encuentro con el misterio del amor de Dios. Por lo demás, sabemos que la tradición cristiana ha sido siempre rica en signos y símbolos: pienso, por ejemplo, en la cruz, los iconos, el belén, las imágenes de la Virgen María, los vitrales y las pinturas de las iglesias. Una parte sustancial del patrimonio artístico de la humanidad ha sido realizada por artistas y músicos que han intentado expresar las verdades de la fe.

Benedicto XVI nos señala varias ideas interesantes:

  • Las redes sociales tienen que ser inclusivas, es decir, tienen que ser abiertas a los demás.
  • El ambiente digital es parte de la realidad cotidiana, por lo que es necesario tomarla en cuenta.
  • Los nuevos lenguajes nos permiten alcanzar las mentes de muchas personas, que no conocen los lenguajes tradicionales. Es más, incluso pueden tener serios prejuicios de estos lenguajes.
  • En el ambiente digital, los símbolos son tan importantes como en la vida real. Es más, la realidad digital es principalmente simbólica.
Vamos a ir comentado cada uno de estos puntos:

Inclusividad: Todas las redes sociales presentan la tendencia a crear burbujas de comunicación que reúnen a personas que tienen las mismas premisas y entendimientos. En el límite de la burbuja, están aquellas personas interesadas en lo que se dice, pero que no desean tomar parte activa en la conversación. Estas personas actúan como muros de contención de la burbuja, ya que no retransmiten lo que reciben. El Papa nos dice que las redes deben de ser inclusivas, lo que significa que debemos ser capaces de incluir a estas personas y ayudarles a integrarse activamente en la comunidad que se ha creado. El problema es que el contacto con estas personas es complicado, ya que su capacidad de relación está coartada por miedos o prejuicios. Para romper este muro, tendríamos que dedicar tiempo a cada una de estas personas y hacerlo con paciencia y proporción. Esta labor inclusiva no tiene porque ser trabajo de una sola persona. Dentro de cada comunidad puede haber un grupo de personas que se dediquen a este apostolado personal y directo. También pueden ir rotando las personas encargadas.

Las redes virtuales son parte de la realidad personal. Esto es algo que muchas personas no llegan a entender, lo que genera un prejuicio de calidad de las relaciones que establece en la virtualidad. No cabe duda que las relaciones personales reales tienen un plus de cercanía, pero también pueden crearse amistades de cierto nivel. Lo más interesante de esto no es la amistad en si misma, que es una herramienta, sino que la amistad crea comunidad y la comunidad conlleva compromiso entre quienes la conforman.

Los nuevos lenguajes. Los católicos tendemos a utilizar un lenguaje especial que resulta ininteligible para muchas personas. Incluso hay personas católicas practicantes que desconocen este lenguaje por falta de formación. El problema es que no podemos evangelizar si no poseemos un lenguaje común a través del cual comunicarnos ¿Cómo actuar? Hay tres opciones, pero ninguna soluciona este problema:

1.     Adaptar la evangelización al lenguaje socialmente aceptado. Esto conlleva problemas, ya que hay conceptos que son imposibles de utilizar por los prejuicios del receptor. Por ejemplo, todo lo que suene a pecado, será rechazado sin llegar a ser considerado. Podemos utilizar sinónimos como vicio, defecto, mala costumbre, malos hábitos, pero ninguno de ellos llega a adaptarse al mensaje que queremos entregar.

2.     Utilizar un lenguaje eclesial atenuado. Esto puede ser útil con personas que tienen la voluntad de entender lo que les decimos, pero con las demás difícilmente contactaremos. Por ejemplo, si hablamos de gracia a una persona que quiere entender porque la Iglesia no desaparece, podremos explicar hasta cierto punto a lo que nos referimos. Pero si hablamos de estos temas con alguien con prejuicios y mencionamos la gracia, se reirá en nuestra cara.

3.   Trabajar en la búsqueda de un lenguaje común lentamente y con mucha paciencia. Esto puede llevar meses, años o incluso no llegar a completarse nunca. Puede ser interesante tomar esta vía cuando tenemos que convivir con alguien y podemos darnos el lujo de ir ganando terreno milímetro a milímetro.

Lo cierto es que el mismo Cristo tuvo que enfrentarse al problema del lenguaje y ni el fue capaz de establecer comunicación con quienes no le querían escuchar.

Los símbolos. Muchas veces los símbolos nos ayudan a comunicarnos más fielmente que las largas explicaciones. Esto se hace más evidente cuando utilizamos símiles o parábolas. El mundo digital está lleno de símbolos que pueden ser utilizados por nosotros para comunicar el evangelio, pero el problema es saber utilizarlos sin que el mensaje pierda parte de lo que queremos comunicar. Esto se produce porque los símbolos postmodernos suelen ser símbolos de consistencia líquida, por lo que pueden ser adaptados a lo que nos interesa en cada momento. En tiempos de Jesús, los símbolos eran mucho más sólidos y era sencillo utilizarlos. Un ejemplo. Podríamos utilizar el modelo del Hacker como símil del cristiano y el movimiento Hacker, como símil del cristianismo. El problema es que dentro del símil desaparecen elementos muy importantes, como la trascendencia y la justicia verdadera. De todas formas hay ciertos símiles que son útiles. Pienso en la creación de comunidades virtuales que reúnen a personas de todo el mundo y nos permiten trabajar y vivir unidos. Este símil se acerca a la Comunión de los Santos y es útil para hacerla entender a quienes no han tenido experiencia de las comunidades eclesiales. También es útil pensar en las redes de comunicación como elementos de la Providencia Divina. ¿Cómo actúa la Providencia Divina? Haciendo que las herramientas que se desarrollan con otros objetivos, sean ideales para la difusión del Mensaje Cristiano.

Estos cuatro puntos que el Papa nos ha indicado, deben hacernos reflexionar, ya que contienen muchas oportunidades para nuestro apostolado virtual... y real. ¿Por qué no?

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