¿Cómo funcionan las redes sociales en la Iglesia?


Esta es una pregunta que puede parecer obvia, pero que no lo es tanto. Es como preguntar cómo funciona un automóvil. Seguro que todos sabemos lo básico, pero sólo un buen mecánico o un ingeniero especializado, puede responder con conocimiento a muchas preguntas que ignoramos.

La red social no es un invento moderno, sino una característica impresa en nuestra naturaleza humana. Somos seres sociables y necesitamos establecer comunicación para compartir nuestra vida con los demás. Esta necesidad de interrelación actúa de manera natural o a través de herramientas que nos ayudan hacer más fácil el proceso comunicativo.

La Iglesia es una inmensa red social que tiene en su interior múltiples subredes, más o menos, interconectadas entre si. Hasta hace unos años, la red social eclesial estaba limitada al ámbito de movimiento físico de cada uno de nosotros. En el mejor de los casos, el correo postal o las llamadas telefónicas podían acortar las distancias y permitirnos acceder a personas lejanas. Pero estos medios que únicamente permiten interaccionar entre dos personas.

Con las redes sociales virtuales (Facebook, G+, MayFeelings,.. etc) aparece una nueva y poderosa herramienta social. Esta herramienta tiene sus limitaciones, pero tiene una serie de ventajas especialmente interesantes para la Iglesia. Son económicas, casi ubicuas, no necesitan que los interlocutores estén presentes y sobre todo, permiten una relación multidireccional entre ellos. Es decir, se interactúa en grupo, lo que conlleva la posibilidad de crear comunidades.

Pero ¿Cómo funcionan las redes sociales? Imaginémonos cada persona como un nudo de una red de pescadores que está unido a otros nudos. Los segmentos de cuerda que unen los nudos representan una relación social entre dos personas. Esta relación es diferente y particular entre cada una de las personas que se interrelacionan. No hay dos relaciones iguales. Relaciones fuertes, comprometidas, se asemejarían a segmentos que tiran fuertemente de los nudos. Relaciones leves, serían segmentos flojos o con parte de los hilos cortados, endurecidos, quebradizos y con tendencia a romperse cuando se requiere tensión

El objetivo de la red social es comunicarnos de manera comunitaria. La comunicación lo podemos asimilar los movimientos que transmiten los segmentos de hilo unen a los nudos. Dependerá de lo “tenso” que esté el nudo, que los movimientos de los nudos (informaciones) se transmitan por toda la estructura de la red. Unas relaciones lejanas actúan como hilos sin capacidad de transmitir, mientras que unos hilos tensos, permiten una transmisión óptima de la información. Las comunidades presentan una gran cantidad de enlaces entre los nudos y los segmentos de hilo están listos para transmitir.

Unas redes poco tensas y con hilos rotos, no son capaces de soportar el peso de un solo pez. La red se rompe y el pez se escapa. Si pescamos con redes rotas y roídas por el tiempo. ¿Podemos asombrarnos de no pescar nada y encima desalentarnos al ver rotas nuestras herramientas? Esta reflexión vale para las redes virtuales y las redes reales. En muchas comunidades haría falta un proceso de reparación de las redes sociales que la componen. Una comunidad rota y endurecida, difícilmente puede acoger a nuevos miembros

Las redes sociales, empleadas como redes de “pescadores de hombres” deben ser sólidas, tensas, capaces de transmitir el peso entre todos sus nudos y posibilitar que la captura se saque del medio acuático. Curiosamente, los peces, en este caso hombres, están llamados a conformar y robustecer las redes con las que fueron pescados.

Nuestro comportamiento en las redes tiene que tender a hacer fuertes las relaciones, hacerlas verdaderas y comprometidas. La relación debería ser de sincero afecto y amistad. No se trata de sustituir las redes sociales reales por las virtuales, sino de utilizar cada una de ellas convenientemente.

Benedicto XVI, en sus mensajes para las Jornadas de las Comunicaciones Sociales incide estos conceptos, de forma clarividente. Nos dice:

La amistad es un gran bien para las personas, pero se vaciaría de sentido si fuese considerado como un fin en sí mismo. Los amigos deben sostenerse y animarse mutuamente para desarrollar sus capacidades y talentos, y para poner éstos al servicio de la comunidad humana. En este contexto es alentador ver surgir nuevas redes digitales que tratan de promover la solidaridad humana, la paz y la justicia, los derechos humanos, el respeto por la vida y el bien de la creación.” (Mensaje para el día de la Comunicaciones Sociales del año 2009)

El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en su dimensión más amplia, todo el mundo digital, representan un gran recurso para la humanidad en su conjunto y para cada persona en la singularidad de su ser, y un estímulo para el debate y el diálogo. Pero constituyen también una gran oportunidad para los creyentes. Ningún camino puede ni debe estar cerrado a quien, en el nombre de Cristo resucitado, se compromete a hacerse cada vez más prójimo del ser humano.” (Mensaje para el día de la Comunicaciones Sociales del año 2010)

La presencia en estos espacios virtuales puede ser expresión de una búsqueda sincera de un encuentro personal con el otro, si se evitan ciertos riesgos, como buscar refugio en una especie de mundo paralelo, o una excesiva exposición al mundo virtual. El anhelo de compartir, de establecer “amistades”, implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio “perfil” público.” (Mensaje para el día de la Comunicaciones Sociales del año 2011)

Quizás, las redes sociales virtuales puedan servirnos para reflexionar sobre las redes sociales reales y sus problemas. Unas redes pueden ayudar a otras y crear sinergias muy interesantes.

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