Comunidades Virtuales (II)

Es interesante saber que las comunidades virtuales están siendo investigadas y desarrolladas desde el área de conocimiento del marketing.  La razón es evidente: permiten crear lazos estables entre personas (Cliente – empresa), que dan lugar a economías de escala nada despreciables.

Para el ámbito religioso y en concreto, católico, no está de más estar atento al desarrollo y logros que se llevan a cabo desde perspectiva comerciales. En el fondo la evangelización es una oferta que se hace a quienes tienen necesidad de Dios, aunque es bueno dejar clara la lejanía a todo interés económico o financiero.

Dentro del marketing se está definiendo qué es eso de una comunidad virtual. Siguiendo las indicaciones de J. Preese*, podemos decir que es:
  1. Grupo de personas
  2. Que buscan satisfacer determinadas necesidades comunes
  3. Que intercambian información sobre estas necesidades
  4. El intercambio se realiza con un protocolo asumido por todos sus miembros
  5. Se apoya y desarrolla por medio de herramientas tecnológicas que permiten reunir a las personas y gestionar el intercambio y ofrecer satisfacción de sus necesidades.

El protocolo es un elemento de suma importancia, ya que regulará la interacción de quienes accedan a la comunidad. Los protocolos deben se catalizadores positivos, nunca inhibidores, ya que esto hace que la comunidad entre en crisis rápidamente. Quien aplica el protocolo debe hacerlo siempre con ánimo pedagógico. Si es necesario impedir el acceso a un miembro, el proceso de salida no debe condicionar-perturbar el normal desarrollo de la comunidad. Pensemos que el protocolo debe ayudarnos a ser mejores cristianos y que esto solo se consigue su somos capaces de ver a Cristo en cada línea que lo componga.

Las comunidades virtuales tienen rasgos que las asemejan a los seres vivos: nacen, se desarrollan, a veces dan lugar a nuevas comunidades y terminan por desaparecer.

¿Cómo nacen las comunidades virtuales? Podríamos pensar en dos formas:

  • La que surge espontáneamente dentro de las redes sociales disponibles. Esta comunidades no tienen un perfil determinado y tienden a ir evolucionando con el tiempo 
  • La que se crea “ex profeso” con objetivos determinados, por voluntad y compromiso de una o varias personas.

¿Cómo se desarrolla la comunidad? Una vez creada, el ciclo de vida es similar al de cualquier ser vivo o producto en el mercado.
  • El inicio es difícil, ya que es necesario hacerse hueco en la inmensidad del ciberespacio. La comunidad necesita de miembros y si estos no aparecen en un tiempo prudencial, el proyecto de comunidad fracasa. En el caso de las comunidades espontáneas, solo llegan a desarrollarse cuando se reúne la masa crítica necesaria.
  • Superada la fase inicial, la comunidad crece hasta llevar a su máximo. 
  • Una vez llegado al máximo, la comunidad se estanca porque empiezan a salir miembros que han satisfecho sus expectativas y entran nuevos miembros en una proporción similar
  • Tras un tiempo más o menos largo, la comunidad entra en crisis al salir más miembros de los que entran.
  • La comunidad desaparece, quedando su legado en la red mientras las condiciones de servicio lo permitan.

Los tiempos de permanencia de la comunidad dependen del interés y compromiso de sus creadores y gestores. Crear y gestionar una comunidad no es algo gratuito en tiempo y esfuerzo. Pero este tema lo dejaremos para la siguiente entrega. En el caso de las comunidades espontáneas, suelen necesitar de alguien que las gestione para no desaparecer en poco tiempo.

La próxima entrega tratará sobre cómo entienden los miembros a la comunidad.

Preguntas subyacentes:¿Cuanto de marketing tiene la evangelización? ¿La comunidad tiene que satisfacer necesidades o es algo desinteresado? ¿ Sabría diferenciar comunidad de grupo de amigos? ¿Son necesarias las reglas internas para crear y mantener una comunidad? ¿Puede gestionarse la afectividad dentro de las comunidades? ¿Qué puede hacerle abandonar una comunidad? ¿Que compromiso sería capaz de aceptar dentro de una comunidad? ¿Por cuanto tiempo?

[*] Preece, J. (2000). Online communities: Designing usability, supporting sociability. Chichester: Wiley.


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